“Pago con crédito, así estiro un poco el mes”, dice Mariana, empleada administrativa de 35 años, mientras espera en la fila de un supermercado en Mataderos. Su frase resume una postal repetida: cada vez más argentinos recurren a la tarjeta de crédito para cubrir gastos básicos como alimentos, medicamentos y servicios.

Según una encuesta callejera de TN, entre el 30% y el 40% de los ingresos mensuales se destinan a pagar la tarjeta de crédito, un síntoma claro del endeudamiento cotidiano.

¿Cuándo prescribe una deuda de tarjeta de crédito en Argentina?

El crédito reemplaza al débito y refleja la pérdida del poder adquisitivo

Los datos del Banco Central (BCRA) lo confirman: el uso de tarjetas de crédito se disparó durante 2025, alcanzando niveles récord y, en algunos meses, superando al de las tarjetas de débito.

En agosto se registraron 180,4 millones de operaciones con crédito contra 178 millones con débito, con montos de $9,4 billones frente a $4,7 billones.

En términos históricos, la tendencia es evidente: mientras en 2022 el crédito representaba apenas el 13,3% de las operaciones, en 2025 ya explica el 46,2% del total.

El Índice Payway del tercer trimestre también lo refleja: las transacciones con débito cayeron 20,5% interanual, mientras que las de crédito se mantuvieron estables y crecieron 2,4% en comparación con 2024.

En otras palabras, las familias usan menos el débito (por falta de liquidez) y más el crédito (por necesidad).

“Pagamos la leche y los remedios con la tarjeta”: la trampa del crédito cotidiano

Una jubilada resume la tensión entre la necesidad y la deuda:

“Pagamos la leche, el pan y los remedios con la tarjeta. No alcanza el sueldo, sobre todo porque la mitad se me va en pagar el resumen.”

Su testimonio es reflejo de una nueva normalidad: el crédito dejó de ser una herramienta para adquirir bienes durables y se convirtió en un medio para sobrevivir al mes.

Hasta hace pocos años, las tarjetas se usaban para viajes o electrodomésticos. Hoy, llenar el changuito del supermercado o pagar expensas también se hace a crédito. Este fenómeno, que los economistas llaman “financiarización del consumo cotidiano”, implica menos capacidad de ahorro y un mayor riesgo de endeudamiento crónico.

Por qué crece el endeudamiento: salarios estancados y tasas altas

Para el economista Gonzalo Carrera, de la consultora Equilibra, el fenómeno tiene raíces estructurales:

“Mientras en 2023 era conveniente usar la tarjeta porque las cuotas se licuaban con la inflación, hoy es al revés: las tasas son altas y el ingreso real está amesetado.”

Carrera explica que, cuando cae el ingreso real, las familias primero usan ahorros o venden bienes. Cuando eso se agota, comienza el endeudamiento.

“Muchos hogares tomaron préstamos personales para sostener el consumo, pero ahora esas cuotas pesan mucho sobre el salario”, agrega.

El economista Matías Bolis Wilson, jefe de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), vincula el fenómeno con la reconfiguración del sistema financiero:

“Con el retiro gradual del Estado del mercado, los bancos empezaron a prestar más a las familias. Pero el consumo hoy es más defensivo que expansivo: se sostiene por necesidad, no por aumento del ingreso.”

Crédito como salvavidas (caro) en tiempos de inflación

La mayor disponibilidad de crédito no implica una mejora del poder adquisitivo. Por el contrario, los altos costos financieros convirtieron al crédito en una trampa cara: muchas familias pagan solo el mínimo y acumulan saldos difíciles de cancelar.

“Tuve tarjeta, pero la di de baja”, cuenta Gustavo, empleado de comercio.

“Con crédito perdés doblemente: si te atrasás, pagás intereses altísimos. Prefiero manejarme con efectivo o débito. Si lo tengo, lo gasto; si no, no.”

Los planes de cuotas sin interés son cada vez más escasos y las tasas superan los tres dígitos anuales. Según los economistas, el crédito dejó de ser una herramienta de expansión y se transformó en un mecanismo de supervivencia.

¿Hay salida del círculo de deuda?

El desafío, coinciden los especialistas, es reducir el endeudamiento sin enfriar el consumo.

“Mientras el ingreso real no se recupere, el crédito seguirá siendo un salvavidas”, resume Carrera.

Bolis Wilson, por su parte, proyecta un escenario más optimista:

“Si se estabiliza la economía y bajan las tasas, 2026 podría ser un año de crecimiento.”

Sin embargo, ese futuro dependerá de dos variables clave: la evolución de las tasas de interés y la estabilidad de precios. Si las cuotas vuelven a ser previsibles, las familias podrán planificar; si no, seguirán atrapadas en el resumen.

Vivir a crédito: un síntoma del agotamiento financiero

El auge del crédito no necesariamente refleja un boom de consumo, sino el agotamiento financiero de los hogares argentinos.

El plástico se convirtió en un amortiguador frente a la pérdida del poder adquisitivo, pero también en una carga que compromete buena parte del salario futuro.

Vivir a crédito ya no es una elección: es, para millones de argentinos, la única forma de llegar a fin de mes.